Es normal tener miedo a equivocarse, a cometer fallos o llevarse palos, pero me atrevería a decir que son necesarios. Necesarios para formarnos como personas, para tener experiencias y saber qué hacer cuando se de el momento.
Con esto no quiero decir que me alegre cuando a alguien le pasa algo malo o se lleva una decepción, simplemente que no viene del todo mal.
Necesitamos esas "rachas malas" para poder apreciar las buenas cosas que tenemos, avanzar y aprender cosas nuevas sobre una persona, una situación o sobre ti mismo.
El tiempo nos enseña que cuando superamos una mala racha no podemos quedarnos parados lamentándonos por los "y si". En vez de eso, debemos levantarnos y buscar las cosas buenas que podemos sacar de esa situación. Si no se ve en el mismo momento en el que te llevas la decepción, se verá un poco más tarde. Solo hay que darle tiempo al tiempo.
Por ejemplo, cuando se muere un ser querido: al principio se te hace un mundo, te sientes perdido sin saber que hacer o qué pensar, a quién acudir, y solo piensas en qué hubiese pasado si hubieses hecho algo diferente. Siento decir que lo pasado, pasado está y lo que importa ahora mismo es saber salir de ese embrollo y sacar algo bueno de esa situación, aunque pueda parecer algo frío y sin sentido. Todas las situaciones malas o que nos desagradan tienen una parte buena, solo es cuestión de averiguar cuál es y tenerlas en cuenta.
En cuanto a lo malo en sí, debemos de aprender de ello para no volver a cometer el mismo error, algo que se puede ver claramente cuando rompes con tu pareja: se te hace un mundo, pero después de varios meses, consigues ver cuales fueron tus errores. Es en ese momento cuando puedes tenerlos en cuenta y aprender de ellos para no volver a repetirlos.
Soy de esas personas que piensan que ni lo malo es tan malo como parece ser, ni lo bueno tan bueno. Toda situación tiene sus pros y sus contras. Solo es cuestión de sacarle el beneficio.
Y hasta aquí la entrada de hoy. Espero que os haya hecho pensar y que os haya gustado. Un saludo :)
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